Tras resolver el caso de los drones asesinos, la Agencia de Seguridad Pública se ve envuelta en otro en el que los avatares de personas muertas mantienen sus perfiles y comunidades en la red. Dos de esas personas han desaparecido sin dejar rastro. Kogami empieza a atar cabos y sospecha que ambos sucesos tienen relación con otro ocurrido hace varios años y que no ha dejado de obsesionarle, sin embargo el inspector Ginoza no lo toma en serio...
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